Discurso de Marcela Ríos Tobar durante el evento regional de celebración de los 30 años de IDEA Internacional

Discurso 30 años de IDEA Internacional
Marcela Ríos Tobar
3 de septiembre, 2025
Presidente Gabriel Boric, presidenta Michelle Bachelet, canciller Alberto van Klaveren, secretario General Kevin Casas-Zamora, me sumo a los vocativos y saludo a todas y todos quienes nos acompañan. Amigos y amigas, muchas gracias por estar con nosotros aquí hoy en este momento tan significativo para nuestra institución.
Cuando hablamos de democracia, pensamos en distintas imágenes. Un día de votación. Un debate entre candidatos y candidatas. Asambleas y juntas de ciudadanos deliberando. Formas pacíficas de manifestación. Mujeres agrupándose para defender derechos. El momento en que se derrotó una dictadura. Pero la democracia es además una forma de organización política donde el poder de elegir reside en las personas y en los pueblos. Es, ante todo, una tarea colectiva.
Por eso, la conmemoración de 30 años del Instituto Internacional por la Democracia y la Asistencia Electoral no es sólo una efeméride. Se trata de una historia viva que representa la voluntad política de expandir la democracia como forma de gobierno, pero también como proyecto en permanente construcción. Un ideal siempre perfectible.
Esta voluntad fue la que inspiró a 15 países para fundar esta institución en 1995, en una coyuntura histórica de expansión de las democracias que hoy conocemos como la “tercera ola de democratización”. En esos años, decenas de regímenes autoritarios cayeron y el pluralismo político se expandió en todo el mundo. Este impulso estuvo también acompañado por acuerdos internacionales para promover la democracia como un estándar legítimo de gobierno.
Hoy, nos encontramos en un escenario global diametralmente distinto. IDEA Internacional suma ya 35 Estados miembros en todos los continentes del planeta, colaborando en la construcción democrática en áreas tan diversas como procesos electorales, reformas constitucionales, evaluación del desempeño democrático, participación y representación política, cambio climático y democracia, transformación digital, género e inclusión, fortalecimiento de los legislativos, regulación del dinero en la política, entre otros.
Y mientras tanto, el mundo se ha transformado ante nuestros ojos. En la actualidad, las democracias atraviesan por un período de incertidumbre radical. Incertidumbre sobre la adhesión a valores largamente compartidos, y respecto de las instituciones multilaterales creadas para promoverlos. Incertidumbre también sobre la estabilidad geopolítica. La posibilidad de impedir matanzas indiscriminadas. La crisis climática. La revolución tecnológica.
De acuerdo con nuestro informe sobre el Estado Global de la Democracia, entre 2019 y 2024, el 54% de los países registraron descensos en al menos una de las categorías que evaluamos. Frente a solo 32% que mostraron mejorías. Lo que lejos de ser un dato aislado, corona una tendencia de nueve años consecutivos de deterioro, afectando incluso a democracias consolidadas. Pero este deterioro no implica solo el debilitamiento de normas institucionales. Del estado de derecho y la garantía efectiva de ejercer derechos. Si no del propio contrato social, nuestra forma de vivir y tomar decisiones en comunidad como personas libres e iguales.
Hoy, experimentamos un avance en los discursos y movimientos extremistas, iliberales y autoritarios con una marcada agenda antiderechos humanos, antiigualdad de género, nacionalista y desconfiada del multilateralismo. Un fenómeno que ataca el corazón de la democracia porque genera incertidumbre sobre las reglas de convivencia y promueve la intolerancia a la pluralidad.
Así, somos testigos de procesos claros de deterioro democrático en nuestra región. En países como Nicaragua, Venezuela o El Salvador, la deriva autoritaria ha sido evidente. En otros, la frustración ciudadana con la falta de resultados y la persistente desigualdad abre paso a discursos que prometen soluciones rápidas pero ineficaces, a costa de derechos y libertades.
La democracia se encuentra ciertamente asediada. Los retrocesos del presente rara vez se anuncian con golpes militares o rupturas abruptas. Llegan de forma gradual, conservando las apariencias de legalidad mientras vacían de contenido las instituciones y procesos democráticos.
Hay elecciones, pero en muchos casos se instala la duda sobre sus resultados; hay parlamentos, pero devienen en trincheras de bloqueo a las reformas progresivas. Existe el derecho a la protesta, pero con frecuencia se abusa de la fuerza e infringen garantías. Se utilizan las instituciones de justicia para perseguir a opositores y activistas. Se constriñe el espacio cívico, limitando la libertad de prensa y el derecho a expresarse.
Al mismo tiempo, las democracias enfrentan el enorme desafío de adecuarse a los impactos de las nuevas tecnologías, la digitalización y la inteligencia artificial que han reconfigurado nuestras relaciones con la política, abriendo nuevas oportunidades, pero también riesgos como la desinformación, la violencia política digital o la manipulación digital.
Estas amenazas no son una mera preocupación teórica, son palpables en la vida cotidiana de nuestros países. Me ha tocado verlo y escucharlo durante mi recorrido a lo largo de nuestro continente en estos últimos dos años a cargo de IDEA Internacional en la región. Observando, escuchando, dialogando, acompañando procesos electorales y políticos, he podido constatar que el malestar y la intranquilidad por la salud de nuestras democracias permean las preocupaciones y prácticas de autoridades, especialistas y de la ciudadanía.
Es por ello que, frente a estos desafíos, consideramos necesario generar espacios de reflexión y conversación sobre cómo renovar nuestro pacto democrático. Y este evento es una invitación justamente a seguir trabajando en ello.
Y es que el panorama de la democracia puede parecer abrumador, pero no podemos caer en el pesimismo. La tendencia al retroceso no es un destino inexorable. Por eso, cuando nos reunimos a dialogar sobre los retos del presente, debemos recordar la capacidad histórica que nuestros regímenes han tenido para regenerarse, reinventarse y ensanchar los márgenes de la libertad.
América Latina tiene una larga y nutrida historia de resistencias, organización social y ampliación democrática. Así vemos como la igualdad política entre mujeres y hombres ha dejado de ser una aspiración abstracta para convertirse en un principio efectivo de representación política; los pueblos originarios han abierto camino hacia pactos constitucionales más inclusivos; y distintos países han adoptado mecanismos de participación que han llevado la democracia hasta los espacios más cotidianos de la vida social, ya sea a través de iniciativas ciudadanas, consultas abiertas o presupuestos participativos.
Todo esto demuestra que nuestra diversidad cultural y social ha sido nuestra mayor fortaleza. Cada avance ha sido fruto de la convicción colectiva de que la democracia se ensancha cuando más voces participan en ella. Y aunque en los últimos años podría parecer que tales tiempos de profundización democrática han llegado a su fin, aún, en el presente encontramos múltiples ejemplos que nos recuerdan una verdad esencial: las democracias latinoamericanas saben resistir.
Nuestros países lograron sortear las dificultades de la pandemia y celebrar 25 elecciones nacionales entre 2020 y 2022, demostrando la fortaleza de sus instituciones electorales. Procesaron intensos debates constitucionales y defendieron con firmeza la soberanía popular frente a amenazas. Han demostrado contar con pueblos valientes, capaces de defender sus derechos cuando están bajo asedio. Llegando, incluso, a sobreponerse a procesos de erosión que parecían irreversibles.
¿Cómo no recordar la defensa social y ciudadana de la democracia en Guatemala que permitió la asunción del Presidente Arévalo? ¿O la convicción y estatura de las instituciones brasileñas para perseguir los intentos de desestabilización institucional durante el cambio de mando de 2023? Estos ejemplos nos muestran que, así como la democracia puede retroceder, también puede renacer. Que puede ser herida, pero tiene la capacidad de regenerarse. Y que esta capacidad reside tanto en sus instituciones como en ciudadanías que deciden no resignarse al autoritarismo ni a la exclusión.
IDEA Internacional ha sido testigo y parte activa de estas diversas historias. Desde nuestros inicios contamos con la presencia de tres miembros fundadores de la región: Barbados, Chile y Costa Rica. Ya son 9 estados hoy, incluyendo Brasil, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay.
Nuestro compromiso a lo largo de estas tres décadas ha sido fortalecer las democracias entregando conocimiento y asistencia técnica, sin imponer modelos.
Entre estos podemos destacar un esfuerzo sostenido por impulsar reglas institucionales sólidas, como se aprecia en nuestro acompañamiento a los procesos constituyentes de Ecuador y Bolivia, o el diálogo interpartidario en Perú que permitió en 2003 una nueva ley de partidos, hasta nuestro acompañamiento en la reforma electoral integral de México en 2007.
Impulsamos políticas pioneras de igualdad de género, como la Ley de Paridad y Alternancia en Bolivia de 2009, el proyecto ATENEA junto a PNUD y ONU-Mujeres, o el trabajo que hacemos hoy acompañando la Comisión de Reformas Electorales en Panamá para asegurar una paridad efectiva.
En este período hemos colaborado estrechamente con organismos electorales. De toda la región Incluyendo al Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica, la Corte Electoral de Uruguay, el Servicio Electoral de Chile y el Instituto Nacional de México.
Nuestro compromiso democrático también se observa en nuestra anticipación a debates relevantes para la contingencia. Ya en 2014 fuimos pioneros en publicar un estudio sobre la infiltración del crimen organizado en la política latinoamericana, con un foco particular en la relación entre dinero y política. Y este año, estamos prontos a publicar un nuevo informe para entender las formas en que las economías ilícitas y el crimen organizado están socavando el funcionamiento de las democracias en la región.
A lo largo de estos años de trabajo, nuestra Oficina Regional ha tenido distintas sedes. Partiendo, en sus inicios, en Costa Rica, para luego trasladarse a Santiago en el 2016, y movernos nuevamente en el 2020 a nuestra actual sede en la Ciudad de Panamá.
Queremos aprovechar este espacio para agradecer el generoso apoyo y respaldo brindado a los distintos países que nos han acogido, incluyendo Chile, nuestro país anfitrión. Destacando, el compromiso de los gobiernos de la presidenta Michelle Bachelet, del presidente Sebastián Piñera y del presidente Gabriel Boric con nuestro trabajo.
Hoy, contamos además con equipos en Lima, Ciudad de Panamá, Georgetown en Guyana, Tegucigalpa y Ciudad de Guatemala.
Todo esto ha sido posible gracias a quienes han creído en nuestra misión y aportado a su historia. Hablamos de socios, donantes, académicos, especialistas y equipos comprometidos. Sería imposible nombrarlos a todos acá, pero permítanme simplemente reconocer:
A las actuales integrantes latinoamericanas de nuestro Consejo Asesor, la Exvicepresidenta de Uruguay que nos acompaña hoy día, Beatriz Argimón, y también a Isabel Aninat, decana de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez. También a los consejeros en el pasado, incluyendo a la Presidenta Bachelet y al exministro Sergio Bitar, por ejemplo. A los ministros, congresistas, embajadores y académicos que han caminado junto a nosotros en estas décadas.
Quisiera reconocer además el liderazgo de quienes nos han precedido. Y permítanme por favor tomar un momento para saludar muy especialmente a mi antecesor en el cargo: El doctor Daniel Zovatto, cuya visión y trabajo crearon y le dieron vida a IDEA Internacional en la región durante 28 años. Su liderazgo fue ciertamente un pilar para esta institución.
Reconocer también el trabajo de nuestros equipos actuales y anteriores en cada uno de los países donde estamos y hemos trabajado. Muchas gracias a mis colegas de toda la región que nos acompañan hoy día en esta ceremonia. Quisiera destacar muy especialmente a nuestro secretario general, Kevin Casas-Zamora, quien nos enorgullece con ser el primer latinoamericano en liderar nuestra institución con un foco permanente en construir una comunidad de democracias genuinamente global y plural.
Permítanme además extender un profundo agradecimiento a quienes han hecho posible este encuentro: a los gobiernos de Chile, Suiza y Australia, a sus Embajadores que nos acompañan. Así como a los gobiernos de Luxemburgo y España, y a la Unión Europea por su apoyo constante al trabajo que estamos realizando en América Latina.
Extendemos además una profunda gratitud a nuestras y nuestros expositores, de más de diez países de la región, quienes con generosidad y compromiso han aceptado nuestra invitación para compartir su experiencia y reflexión en este evento.
También permítanme agradecer muy especialmeante la presencia del Canciller Alberto Van Klaveren, quien ha acompañado a IDEA Internacional entiendo que casi durante estas las últimas tres décadas.
No puedo dejar de agradecer la presencia del Presidente Gabriel Boric en esta ceremonia. Presidente, su participación nos honra. La reconocemos como una señal más del compromiso del Estado de Chile con el multilateralismo y con una Institución que este país contribuyó a crear.
Pero, sobre todo, como un compromiso individual de un jefe de Estado que ha marcado un liderazgo internacional consecuente con la defensa irrestricta de la democracia y de los derechos humanos. Esa defensa ha sido independiente del signo político desde el cual se les busque atacar. Muchas gracias por acompañarnos hoy.
Para concluir, desde IDEA Internacional quisiéramos invitar a todos y cada uno de ustedes aquí presentes, y quienes nos acompañan vía remota, a renovar nuestro compromiso de caminar junto a América Latina y el Caribe en la tarea siempre inacabada de expandir y mejorar el funcionamiento de nuestras democracias.
A una semana de un nuevo aniversario del cruento golpe de estado que destruyó la democracia y sus instituciones en Chile un 11 de septiembre de 1973, y que utilizó la persecución y el exterminio político como la principal arma en contra de opositores y ciudadanos, no podemos sino insistir en comprometernos con defender la democracia siempre y en todo lugar.
Hacemos un llamado a no ignorar los problemas que enfrentamos, a redoblar la convicción sobre la democracia como el marco de convivencia en el que podemos encontrarnos. Sabemos que solo allí, donde se apuesta por la libertad, la igualdad y la justicia, florece también la promesa de un futuro más próspero, sostenible y humano.
La democracia es un horizonte compartido que se expande en cada acto de participación, en cada derecho conquistado y en cada voz que se levanta para exigir dignidad.
No hay mejor forma de conmemorar 30 años de historia que apostando a su futuro.
Muchas gracias.