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El contexto electoral cubano

March 24, 2023 • De parte de Leonardo M. Fernández Otaño

El próximo 26 de marzo del 2023 en Cuba se llevarán a cabo las elecciones para elegir a los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

Este ciclo electoral debe ser entendido cómo un proceso de ratificación política de los parlamentarios propuestos (por el Partido Comunista y otros estamentos de poder dentro del régimen) para ocupar un asiento en el órgano legislativo, en un país donde se aprueban las leyes por unanimidad y el Partido tiene carácter supraconstitucional. Se vota pero no se elige.

Este ciclo político se produce en una nueva circunstancia, pues desde el 2008 la participación en las elecciones cubanas ha bajado del antiguo 90 por ciento del padrón electoral. Los índices de votación pre-2008 fueron empleados por el gobierno para mostrar a la comunidad internacional su alto índice popular de “aprobación política”. Aunque las elecciones generalmente han ocurrido sin observación electoral independiente y con la ausencia de cualquier oposición política.  A partir del 2018 Cuba vive inmersa en una crisis económica, política y social que ha atravesado a todos los sectores de la sociedad y que ha tenido en las protestas del 11-12 de julio del 2021 y la posterior crisis migratoria sus principales consecuencias.

Las dos últimas contiendas electorales han demostrado la apatía de los ciudadanos con el proceso político y han forzado al régimen cubano a desplegar una amplia campaña de propaganda política destinada a evitar una cifra alta de abstención electoral. Los datos arrojados en la aprobación del Código de  Familias, que se convirtió en un referéndum al Partido Comunista y las posteriores elecciones municipales hablan por sí solos del descontento existente respecto al sistema político. Durante el referendo para aprobar el Código de las Familias ejerció el derecho al voto el 74,01% del padrón electoral. Aprobaron el Sí, el 66, 87 por ciento de los electores (3 936 790 ciudadanos), mientras por el No, votó un 33 por ciento (1 950 090 ciudadanos). Además, se abstuvieron 2 188 551 electores.

En las elecciones municipales de noviembre del 2022, participó el 68,56 por ciento del padrón electoral (5 728 220 ciudadanos), absteniéndose un 31, 44 por ciento del total de empadronados (2 626 497 ciudadanos). Además, la crisis económica se agudiza con un aumento incontrolado de la inflación, los desabastecimientos, los largos cortes de electricidad  y la falta de medicamentos, generando  cada vez más un descontento ciudadano sin precedentes, que crea un caldo de cultivos para un próximo estallido social.

Entre la ciudadanía existe la idea generalizada de la inefectividad de los delegados del Poder Popular (engranaje básico del sistema electoral cubano). Este malestar se refleja en la baja asistencia a los actos de rendición de cuentas del delegado a sus electores y en la incapacidad de estos políticos para resolver los problemas comunitarios. La inefectividad del sistema se ha extendido y creado un rechazo que conduce a la abstención, la anulación de boletas e inclusive al acto de observación electoral independiente por parte de numerosos ciudadanos.

La respuesta de la sociedad civil

Sería oportuno preguntarnos, ¿qué sucede con estas nuevas elecciones? ¿Cuáles son las nuevas circunstancias? ¿Qué actores cívicos han ocupado el panorama político durante el proceso eleccionario?  La irrupción del servicio de Internet por datos móviles en Cuba en 2018 cambió los derroteros del disenso político insular. La aparición y consolidación de un nuevo ecosistema de prensa independiente durante la “época del Deshielo (2014-2017) y su consumo por un segmento de la ciudadanía, constituye un paso importante en la crisis del meta-relato político del régimen cubano. El uso masivo de Internet facilitó la repolitización de los sujetos populares y la diáspora, debido a la aparición de youtubers y otras formas de ciberactivismo.

El contexto también fue propicio para el empoderamiento de una nueva generación de artistas, intelectuales, activistas y ciudadanos críticos de la realidad nacional. Formados en las instituciones oficiales, cuestionaban el canon político impuesto en sus áreas de desempeño cotidiano. Tras un intento fracasado de reforma a partir del 2008 y desbordado por el contexto antes descritico, el régimen cubano ha reforzado sus formas totalitarias de represión al disenso: exilio, acoso político y un aumento de abrupto del número de presos políticos, en particular después de las manifestaciones de julio del 2021 y del verano del 2022. Esta circunstancia ha forzado al exilio a decenas de activistas y ciudadanos que jugaron un papel protagónico en el último ciclo cívico (2019-2021) marcado por la ocupación del espacio público. 

Frente a esta realidad un segmento de la sociedad civil cubana aprovechó la oportunidad electoral para lanzar una campaña cívica que motive a la ciudadanía a recurrir a la abstención electoral o anular sus boletas. De este modo, se pretende crear un voto de castigo, que evidencie un nivel considerable de reprobación sobre el sistema totalitario cubano.

Mediante una acción concreta y de incidencia sobre el terreno, el boicot electoral ha tenido un efecto rearticulador en la sociedad civil, ya sea en la diáspora o al interior del país. Otro aspecto que destaca en este ejercicio electoral se basa en la fuerte presencia en las redes sociales de un mensaje concreto, que a diferencia de las elecciones municipales conecta con la realidad cotidiana, empleando un lenguaje más cercano a la realidad social.

Además, se debe destacar el uso de una estética visual que aprovecha carteles, videos o sátiras, que conecta con la ciudadanía millennials. Este grupo social fue un sector con una importante presencia en el espacio público durante el estallido social del 11 y 12 de julio del 2021.  Al igual que como ocurriera con el Código de las Familias y las elecciones municipales, se ha ido consolidando el entrenamiento de diferentes organizaciones e inclusive ciudadanos no articulados, en el monitoreo a los procesos electorales cubanos. Esta veeduría ayuda a demostrar las inconsistencias e irregularidades del proceso eleccionario impuesto por el sistema gubernamental imperante.

Este domingo Cuba será el escenario de una realidad distinta: un régimen totalitario que asiste a una jornada de rectificación política con amplios temores sobre los resultados de un sistema diseñado para garantizar la irreversibilidad  del modelo. Pero será el silencio de las urnas y la agotada ciudadanía residente en el país, quienes tengan la última palabra.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam.

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Acerca de los autores

Leonardo M. Fernández Otaño
Candidato a Doctor en Historia en la Universidad de Alcalá, España.
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