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Desinformación, polarización y elecciones

Diálogo de alto nivel “Apoyo a la democracia en un nuevo orden global: amenazas y estrategias a futuro”.
Desinformación, polarización y elecciones: así fue el diálogo internacional por la democracia. En el marco del Festival Democracia, el diálogo internacional “Apoyo a la democracia en un nuevo orden global”, organizado por IDEA Internacional y el Instituto de Ciencia Política UC, reunió a destacadas voces del pensamiento político contemporáneo para reflexionar sobre los desafíos más urgentes que enfrenta la democracia en América Latina y el mundo.

El filósofo español Daniel Innerarity abrió el debate con una advertencia clara: el mayor riesgo para las democracias actuales no siempre viene desde fuera. Muchas veces, son sus propias fallas estructurales las que permiten su captura desde dentro. Instituciones que dependen demasiado de quienes las lideran, reglas débiles y falta de autonomía funcional son terreno fértil para que lo autoritario prospere. A ello se suma la tensión entre la velocidad tecnológica y los tiempos lentos —pero necesarios— de la deliberación democrática. Innerarity fue enfático: “la defensa de los procedimientos no es burocracia, es la defensa de los valores democráticos”. También advirtió sobre el avance de un “tecnofeudalismo”, donde grandes plataformas digitales concentran un poder cada vez más difícil de regular. Su llamado fue claro: no todos los problemas políticos tienen solución técnica. Pensar en el largo plazo es, más que nunca, una urgencia política.

Desde Brasil, la politóloga Daniela Campello puso el foco en una tensión clave: democracia y desigualdad económica no caminan juntas. Aunque el principio democrático dicta “una persona, un voto”, el poder económico concentrado, la fuga de capitales, la opacidad del financiamiento político y la hegemonía cultural de las élites socavan este ideal. A eso se suma una alta volatilidad económica que distorsiona la rendición de cuentas: muchas veces, los buenos gobiernos pierden elecciones por mala suerte, y los malos sobreviven por factores externos. En ese escenario, las reglas del juego democrático se vuelven inestables, y tanto gobiernos como oposiciones actúan estratégicamente para mantenerse o acceder al poder, más allá del mandato ciudadano.

Pablo Stefanoni analizó el auge de las derechas radicales, especialmente en Europa, donde se articulan discursos xenófobos bajo teorías como la del “gran reemplazo”. En América Latina, en cambio, el eje ha sido el anti-progresismo, con ataques al feminismo, los derechos LGBTIQ+ y el llamado “wokismo”. Estos discursos logran aglutinar actores diversos —desde evangélicos hasta libertarios— y usan las redes sociales como campo de batalla. “Trollean al progresismo, lo atrapan en debates reactivos, y evitan hacerse cargo de las consecuencias al decir que solo están ‘haciendo bromas’”, señaló. Stefanoni advirtió, además, sobre la creciente polarización generacional. Aunque algunos jóvenes giran hacia posiciones extremas o conservadoras, también hay un fuerte activismo juvenil que empuja por más igualdad, justicia climática y participación.

La directora regional de IDEA Internacional, Marcela Ríos Tobar, fue categórica: la democracia no puede reducirse a votar cada cuatro años. Requiere Estado de derecho, derechos efectivos, alternancia real y confianza en las instituciones. Pero hoy, advirtió, esa confianza está en crisis. Aumentan los conflictos electorales, cae la participación ciudadana y las autoridades electorales son blanco de ataques. Ríos llamó a recuperar la legitimidad democrática no solo con reformas técnicas, sino con una narrativa potente que vuelva a conectar con la ciudadanía. “Las democracias latinoamericanas se construyeron sobre promesas de igualdad, pero siguen habitadas por profundas desigualdades. Necesitamos resultados concretos: más inclusión, más justicia social”, afirmó.

El cierre estuvo a cargo de la expresidenta Michelle Bachelet, quien aportó una mirada política y ética. Reivindicó la democracia como un proyecto de esperanza colectiva, y llamó a reconstruir las condiciones que le devuelvan sentido vital a las personas. Alertó sobre amenazas como el crimen organizado, la corrupción, la impunidad y la debilidad del sistema judicial, que erosionan la confianza pública y permiten la captura institucional. Frente a esto, propuso avanzar hacia sistemas más igualitarios, donde las élites no sigan sosteniendo liderazgos autoritarios que perpetúan el statu quo.

Para Bachelet, recuperar la fuerza transformadora de la democracia implica reforzar el Estado de derecho, promover la transparencia, revitalizar los partidos políticos y fomentar una ciudadanía activa. “Se necesita más democracia, más participación, más justicia y más empatía”, concluyó, destacando además la importancia del multilateralismo como herramienta clave para enfrentar los desafíos globales.

Sobre los autores

Manuel Rodríguez
Communications Officer, Panama
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