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Rumbo a unos comicios competidos en México

February 16, 2024 • De parte de Ricardo de la Peña
De izquierda a derecha: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynes, en la candidatura a la presidencia de México.
El 2 de junio de 2024 los ciudadanos mexicanos irán a las urnas para elegir miles de cargos de representación popular: la Presidencia de la República, nueve ejecutivos de entidad federativa, cientos de legisladores federales, miles de posiciones en gobiernos municipales y otro tanto para Congresos locales.

 Aclaración: Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas de su autor(a) o autores(as) e independientes de intereses nacionales o políticos particulares. Además, estas opiniones no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

Con más de cien millones de electores registrados, será el ejercicio democrático más amplio y complejo realizado en la historia del país. Y su resultado, a pesar de lo que creen y sostienen algunos, es aún incierto.

Desde hace décadas, la manera convencional de aproximarse a las intenciones de voto de un electorado son las encuestas. Hoy día, estos ejercicios ya no responden al canon que se estableciera a fines del siglo pasado, que demandaba el encuentro de los informantes en sus viviendas mediante procedimientos de muestreo aleatorio. Actualmente, a estas mecánicas de aproximación se han sumado las encuestas realizadas por vía telefónica, tradicionalmente mediante consulta por un operador, pero crecientemente a través de métodos automatizados de respuesta de voz interactiva. Y, aunque carentes del rigor científico requerido, se suman también mediciones resultado de la compilación de respuestas obtenidas en la red mundial.

En México, desde el inicio del proceso electoral actual a principios del mes de septiembre de 2023, y hasta la fecha se han publicado alrededor de doscientas encuestas nacionales con la pretensión de estimar las intenciones de voto para la elección por la Presidencia de la República del próximo 2 de junio. Esta cifra es factible que se duplique o más de aquí al cierre de campañas y con ello del lapso permitido para la difusión de encuestas previas a los comicios.

Estos dos centenares de encuestas nacionales coinciden hasta ahora en el orden de quienes contienden, colocando en primer lugar a la candidata de la opción gobernante, Claudia Sheinbaum, por encima de su principal competidora, la candidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez. Es marginal en todos los casos la proporción que se adjudica al tercer lugar, Jorge Álvarez Máynes. 

"Sin embargo, este acuerdo entre ejercicios demoscópicos no implica homogeneidad". 

Aunque a la fecha el promedio de mediciones sitúa la separación entre las dos principales candidatas en treinta puntos, la moda de los estudios se ubica en un nivel más bajo, entre veinte y veinticinco puntos, y una cuarta parte de las estimaciones colocan la distancia en menos de veinte puntos. En contraparte, una quinta parte de las encuestas ven una separación de cuarenta o más puntos entre las dos principales competidoras.

Todo ello deriva en una elevada variación en la distancia detectada. Las mediciones donde la distancia es más alta han colocado a quienes ocupan los primeros lugares con una diferencia de hasta sesenta puntos porcentuales, siendo estas encuestas resultado de ejercicios mediante entrevistas personales, sean presenciales o telefónicas. Del otro lado, no han sido extrañas las encuestas que registran una distancia menor a diez puntos, todas ellas producto de ejercicios de entrevista automatizada, sea por vía telefónica o digital (Gráfico 1).

De lo anterior deriva el hecho práctico de que la distancia que separa a las dos competidoras que reúnen la mayor proporción de las intenciones de voto sea realmente de entre 15 y 44 por ciento, considerando la desviación estándar que arroja el total de encuestas publicadas. Es de mencionar que esta dispersión apenas se reduce si en vez de considerar todas las encuestas que se han difundido se queda uno exclusivamente con las más recientes mediciones de cada casa encuestadora.

Gráfico 1. Margen de ventaja estimado para la elección por la Presidencia de la República en 2024 por las encuestas nacionales publicadas según modo de aproximación

 

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Margen de ventaja estimado para la elección por la Presidencia de la República en 2024 por las encuestas nacionales publicadas según modo de aproximación

Estas distancias no han variado de manera significativa a lo largo del proceso electoral , que ya cubre más de la mitad del tiempo legalmente establecido desde su arranque hasta su cierre (Gráfico 2). Empero, no debe descartarse que se presenten movimiento que puedan ser significativos a lo largo de los próximos meses, cuando se realizarán formalmente las campañas y se celebrarán los debates entre quienes compiten.

Gráfico 2. Promedio de las estimaciones por encuesta de las intención definida de voto por candidatura a la Presidencia de la República en 2024 según mes del estudio

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Promedio de las estimaciones por encuesta de las intención definida de voto por candidatura a la Presidencia de la República en 2024 según mes del estudio

Y no sólo se tendrá el efecto de una mayor y creciente atención de la ciudadanía hacia la contienda en pos de la Presidencia de la República, sino que a ello se sumará el aumento de la observación pública de las campañas por nueve cargos ejecutivos locales que se celebrarán de manera simultánea a las elecciones federales, ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la ciudad capital, por no hablar de la atención que despierten las contiendas en municipios, muy relevantes para muchas comunidades del país.

Ha sido una constante en los comicios locales recientes que las preferencias que se detectan a través de encuestas en el período anterior a las campañas no resulte el mejor previsor de lo que ocurrirá en las urnas. Típicamente las intenciones de voto se modifican en contra del partido gobernante, generándose escenarios que propician que al momento de la votación los resultados resulten no sólo más estrechos de lo previsto por las mediciones públicamente disponibles, sino que la alternancia sea una condición regular en las elecciones.

Ya se han difundido diversos análisis que ponen énfasis en esta condición de cambio en la estafeta encargada de los gobiernos y en variaciones en el reparto de posiciones para la conformación de las representaciones legislativas. Asimismo, es un hecho conocido que desde que se establecieron condiciones efectivamente democráticas en México, hacia fines del siglo pasado, todas las elecciones para la Presidencia de la República han visto descender la votación de la opción gobernante y modificarse el ordenamiento de los contendientes respecto a la elección previa. De cuatro eventos acaecidos, en tres se dio una alternancia y en el único en que se dio continuidad la distancia fue tan reducida que se produjo un serio  diferendo posterior a los comicios.

Es así como durante las campañas electorales en pos de la Presidencia de la República a lo largo del presente siglo se han dado giros en las intenciones de voto de hasta dos decenas de puntos, lo que significa cambios en el margen de ventaja de treinta por ciento o más entre quienes terminan ocupando los primeros lugares.

Por ello, asumir que está ya definido el resultado de la elección para la Presidencia de la República o las de diversas gubernaturas, por dejar por un momento de lado los centenares de otros cargos en disputa, es temerario. Al margen de la distancia real que separe hoy día a quienes contienden, pero aceptando que dicha separación se ubican cercana a la moda, una reducción que haga seriamente competida la elección o incluso un eventual viraje en el orden de quienes compiten no es algo que debiera descartarse de antemano, aunque desde luego los movimientos que se presenten durante la campaña igual se podrían dar en sentido contrario y ampliarse la brecha que hoy día separa a las contendientes.

En una sociedad democrática, presagiar desde meses antes de unos comicios el resultado por venir es muy riesgoso. En el caso mexicano, como el de muchas otras naciones, los antecedentes no sustentan tomar los datos de hoy como pronóstico eficiente de lo que ocurrirá en las urnas. Habrá que esperar e ir dando seguimiento a lo que ocurra y a cómo varíen las preferencias a lo largo de una campaña que aún no inicia formalmente.

Es real que el público atento quisiera saber de antemano lo que pasará más tarde. Pero también es verdad que lo propio de las democracias es la certidumbre en las reglas de juego y la incertidumbre en el resultado. Y eso es lo que debiera darse en México si se respetan las reglas establecidas y se permite que las preferencias ciudadana fluyan libremente y definan en su momento quién gana y quien pierde en los comicios.

 

Artículo cedido para ser publicado en el boletín Café Semanal Latam.

 

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Acerca de los autores

Ricardo de la Peña
Presidente ejecutivo de Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA).
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