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Ya se vienen las elecciones de medio término en Estados Unidos

Apenas estamos saliendo de unas elecciones importantísimas, las de Brasil, cuando nos preparamos para otras elecciones clave, el próximo martes 8 de noviembre: las elecciones de medio término en Estados Unidos.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

La expectativa es formidable, y con razón. Pocas veces en la historia de Estados Unidos, unas elecciones de Congreso pueden tener tantas consecuencias políticas, en el corto, mediano y largo plazo. Es que, en el fondo, estamos ante un nuevo duelo político entre Biden y Trump.

Se renueva la totalidad de los miembros de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Pero, además, se elegirán 35 nuevos gobernadores, y una gran cantidad de alcaldías, secretarios de estados, y otros funcionarios. Será la primera vez que se usará el nuevo mapa de jurisdicciones electorales surgido de los resultados del Censo 2020, realizado en plena pandemia. Y esta nueva redistribución y organización jurisdiccional será la que usará en la próxima elección presidencial en 2024.

Es también una elección con un enorme volumen de voto anticipado, igual o superior incluso al de la elección presidencial de 2020.

Es probable que por segunda vez en la historia, el voto anticipado supere el voto efectivizado el día oficial de la elección. Se presume que, como en 2020, una mayoría apreciable de estos votos anticipados sean demócratas. Una de los efectos de este fenómeno impactará a la hora del conteo de los votos. En efecto, los primeros resultados tenderán a favorecer a los republicanos, pero más tarde, horas o incluso días después, podría darse la situación de que los votos demócratas se acerquen, y en algunos casos superen a los republicanos, que se cuentan inmediatamente. Este cambio en la tendencia generó muchas suspicacias en 2020, a pesar de que era previsible.

Cuando comenzó el año, las encuestas favorecían ampliamente a los republicanos. La razón fundamental era la situación económica. El indicador clave para la gente de la salud económica de la nación siempre fue la tasa de desempleo. Sin embargo, Estados Unidos tiene una de las tasas de desempleo más bajas de las últimas décadas. ¿Qué ha pasado entonces? La inflación –el aumento constante del costo de las compras en el supermercado, el costo creciente de llenar el tanque del automóvil en la gasolinera- se ha transformado en la principal preocupación de los votantes. A las razones del impacto del Covid y las medidas en China contra la pandemia, que afectaron a las cadenas de proveedores, se le sumó la guerra de Rusia en Ucrania, que hizo incrementar el precio de los alimentos y energía en todo el mundo.

El freno del aumento de los combustibles y la suba de la bolsa en Wall Street de las últimas semanas no parecen suficientes para cambiar la percepción popular sobre la situación real de la economía.

Durante el verano boreal, cuando la Corte Suprema de Justicia de amplia mayoría conservadora cambió drásticamente el status quo legal sobre el aborto, amenazando lo que muchas mujeres consideran un derecho básico, las encuestas comenzaron a mejorar para los demócratas. Siempre en las elecciones norteamericanas el grado de entusiasmo de los seguidores de cada partido para ir a votar ha sido un predictor clave, y el aborto galvanizó a las bases demócratas. Sin embargo, en la recta final de octubre, estas expectativas demócratas se han vuelto a moderar, y la tendencia en las encuestas señalan de nuevo una clara ventaja para los republicanos. Esta tendencia es muy amplia para la Cámara de Representantes, donde los demócratas han tenido sólo un leve mayoría de escaños. En el Senado, ambos partidos tienen la misma cantidad de curules, y ha sido la Vicepresidenta Kamala Harris quien ha desempatado a favor de los demócratas en las votaciones que han registrado empate. A lo largo del año, los demócratas han sostenido la esperanza de mantener el control del Senado, pero en la última semana también los republicanos están mejorando sus expectativas. Si la discusión sobre las perspectivas electorales se centró en el año en la cuestión de si los demócratas lograrían o no retener el Senado, las últimas encuestas generales instalan la pregunta acerca de si será un gran victoria republicana o si será una victoria normal. En estas horas, el hecho de que la falta de confiabilidad de las encuestas a nivel mundial en los últimos años invita a una gran cautela, no parece ofrecer sin embargo consuelo suficiente para los demócratas.   

Las consecuencias de ambos escenarios son muy importantes. Si los demócratas pierden ambas cámaras, el presidente perderá poder legislativo y no solo deberá moderar su agenda legislativa, sino que, en el actual contexto de polarización extrema, conseguirá aprobar muy pocos proyectos significativos para su base electoral. En la jerga clásica norteamericana, será un pato rengo (lame duck). Para Trump, cuyos postulantes han ganado una gran mayoría de las candidaturas del partido republicano, verá fortalecer sus chances para una nueva candidatura presidencial.

El control del Senado es fundamental para asegurar al presidente la aprobación de candidatos a la Corte Suprema de Justicia, en el hipotético caso de que hubiera nuevas vacantes, así como el aval a nuevas designaciones de altos funcionarios del gobierno. La altamente probable pérdida de control demócrata de la Cámara de Representantes también tiene consecuencias de relieve. Nancy Pelosi, que acaba de escapar de un gravísimo ataque impulsado por las mismas fuerzas del copamiento al Congreso del 6 de enero de 2021, dejará de ser la tercera en la línea de sucesión presidencial. Finalizará la Comisión de Investigación que precisamente investiga los eventos y responsabilidades de ese día negro para la democracia estadounidense. También se podrían poner  restricciones o incluso se terminaría con el apoyo (sobre todo económico) a Ucrania en su guerra defensiva contra Rusia. Y un grupo importante de republicanos ya está incluso impulsando nada menos que un posible juicio político para el Presidente Biden.

Si bien sus nombres no están en las boletas electorales, todos comprenden que estamos ante un nuevo pulso entre Biden y Trump y del arranque de la campaña política para las próximas elecciones presidenciales en 2024.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam 

 

 

 

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Acerca de los autores

Gonzalo Paz
Doctor en Ciencia Política, Georgetown University, Washington, DC
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