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Elección del candidato presidencial vía encuestas: el Multivac de Morena

June 17, 2023 • De parte de Ricardo de la Peña

Cuando se controla un ejecutivo nacional o subnacional, la sucesión es uno de los más grandes desafíos para cualquier partido político. Al añadir que la organización en cuestión es dominante en su sistema electoral, está poco institucionalizada y depende en gran medida del líder fundador que es el titular del cargo que será renovado, el desafío toma su propia personalidad  y lo presentaremos a continuación en seis consideraciones.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

Primera. El liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador dentro de su partido y de la coalición política que lo respalda, daba para que eligiera mediante un mecanismo de muy bajo riesgo, a su más probable sucesor, es decir, al candidato a la presidencia de la República del partido que fundó, Morena. Sin embargo el 11 de junio pasado, el Consejo Nacional de Morena acordó las reglas para designar al que será su candidato a la presidencia, mismas que habían sido planteadas días antes por el propio presidente de la República a los cuatro precandidatos que eligió. No es irrelevante pero tampoco tema de esta nota, entender por qué el presidente de la República optó por este procedimiento que si bien controla riesgos (por ejemplo, sólo se puede participar por invitación y la que parece su precandidata favorita tiene amplia ventaja en las encuestas) no los elimina (en una encuesta que se aplicará tras más de dos meses de campaña en que puede haber escándalos, errores y aciertos, las preferencias pueden cambiar). Sin extendernos, diremos que nos parece que el presidente opta por esta fórmula porque sintetiza su deseo y capacidad de control, con la narrativa democrática de su movimiento y el repudio generalizado a lo que en México hemos llamado dedazo y que consiste en que el dirigente máximo de una agrupación, designe a los candidatos simulando o no, que consulta.

Segunda. Las reglas del proceso parecen claras. Para el lector que no las conozca las resumimos:

  1. se invita a cuatro políticos de muy alto nivel del partido a participar en la contienda interna pero convoca también a un político de cada uno de los dos partidos que forman su coalición electoral y legislativa;
  2. esas seis personas deben renunciar a sus cargos al momento de registrar se precandidatura;
  3. a partir del 19 de junio y hasta el 27 de agosto, los precandiatos harán campaña, cubriendo el partido directamente gastos de traslado y viáticos;
  4. la campaña tiene restricciones que en una contienda democrática son increíbles, pero dan cuenta del control que ejerce el presidente sobre su partido: no debatirán entre ellos, evitarán mensajes negativos y no deberán ir a medios de comunicación de masas que se consideren hostiles a su movimiento;
  5. terminada la campaña, la unidad especializada de Morena hará una encuesta nacional para determinar cuál de las seis precandidaturas es la preferida entre la ciudadanía (aunque pudiera restringirse eventualmente este universo) junto con la cual habrá otras cuatro encuestas espejo más, que serán realizadas por despachos especializados propuestos por los precandidatos y seleccionados al azar, con muestras definidas por la comisión del partido, aplicando un símil de boleta, sin cuestionario;
  6. si las encuestas no son coincidentes entre sí se tomarán los resultados de las dos o tres mediciones que sean consistentes entre ellas, no estando determinado un margen de diferencia para otorgar el triunfo a una persona o declarar un empate;
  7. el ganador de la encuesta será quien tendrá la candidatura a la presidencia de la República por parte de Morena;
  8. para evitar fracturas, dependiendo del lugar que ocupe cada uno de los demás contendientes, se distribuirán los liderazgos del Senado, la Cámara de diputados o se integrará al gabinete del próximo presidente, aunque eventualmente de este procedimiento pudiera salir quien represente a Morena para las elecciones de Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Tercera. Lo expuesto en la segunda consideración es lo que se procesará: una candidatura a la presidencia. Sin embargo, desde antes de 2018, Morena encontró una manera de sacarle la vuelta a la ley electoral nacional que limita los tiempos de campaña y precampaña, fiscaliza gastos y aportaciones, y habilita y constriñe determinadas prácticas. El partido, ahora mismo el presidente de la República, los seis precandidatos y todo el entorno, simulan que se elige un dirigente partidista, formalmente el coordinador de la defensa de la cuarta transformación, pero todos saben que se trata de nombrar al candidato presidencial. Las autoridades electorales también lo saben, pero muy probablemente serán testigos de esta burla a la ley porque no sólo tienen recursos legales limitados sino porque de intervenir podrían enfrentar el enorme poder presidencial.

Cuarta. Decíamos en la consideración segunda que las reglas parecen claras. En realidad no es que sean confusas, sino que son incompletas. Uno de los precandidatos, Ricardo Monreal propuso fijar tope de gastos de campaña; Marcelo Ebrard sugirió que cada precandidato tenga una cuenta bancaria que sea manejada por el partido político; Fernández Noroña, precandidato del Partido del Trabajo, cuestionó que no se pueda acudir a ciertos medios de comunicación, anticipando prácticamente que irá a donde lo inviten; aunque las reglas establecen que los servidores públicos deben abstenerse de hacer público su apoyo a un precandidato, ya ha habido muchas expresiones de simpatía sin ninguna consecuencia. En general, lo que le hace falta a las reglas del proceso es establecer topes de gasto, transparentar (o no) el origen y monto de los recursos, especificar la lista negra de medios de comunicación de masas indeseables; establecer (o no) sanciones a los infractores; precisar cómo será la encuesta: muestra (¿ciudadanos en general o simpatizantes?), el cuestionario (¿una pregunta de preferencia? ¿preferencia de qué, de lo que se simula que se elige o de candidato del partido a la presidencia? ¿evaluar atributos o no?, etc.) y los criterios para cantar ganador cuando con las definiciones actuales no sea posible (¿qué pasará si en dos de las encuestas espejo gana X, en otras dos espejo gana Y y en la oficial del partido gana C y además todas las diferencias están en el margen de variación?).

Quinta. Nos parece que la clave del proceso estará en los criterios para completar el diseño de las encuestas y decidir sobre el ganador. Con la información que actualmente se ha dado a conocer no sería posible resolver escenarios que pueden anticiparse. A su vez, si se recoge opinión en una boleta y por lo que sabemos en términos de diseño de cuestionarios, efecto marco, etc., se abren interrogantes en torno al orden de aparición de los precandidatos en la boleta, si puede alterarse de forma aleatoria en un dispositivo electrónico ese orden o con distintas boletas, si la boleta iría con la foto del rostro de los precandidatos o sin ella, etc.

Sexta. En “Sufragio universal”, Isaac Asimov lleva al extremo de la ficción literaria la selección no de candidatos sino de presidentes mediante la consulta a una muestra de la población. El tamaño de muestra es de uno. Multivac, la súper computadora que dispone de miles de datos sobre el electorado estadunidense, selecciona un individuo, lo contacta y aísla un par de días, lo somete a una intensa entrevista donde no sólo se registran las respuestas verbales sino las reacciones emocionales y al término del procedimiento es posible saber quién es el preferido por los estadunidenses para ser el próximo presidente del país. La historia transcurre en Bloomington, Indiana, el seleccionado es Norman Muller, “un vulgar empleado de un almacén (…) un hombre que no había nacido grande ni había realizado jamás acto alguno de grandeza”. Al ser contactado se le informa de su misión, que no es otra sino “representar al electorado norteamericano el día martes 4 de noviembre del año 2008” por lo que el sufragio universal no existe más. El cuento, hay que aclararlo, se publicó en inglés en 1957. No deja de ser paradójico que el partido que impulsó la realización de una consulta universal para revocar el mandato de un presidente al que nadie le pedía su renuncia, opte ahora por un procedimiento de selección vía muestras de la población.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam.

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Acerca de los autores

Ricardo de la Peña
Presidente ejecutivo de Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA).
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