Construir una visión democrática incluyente es posible y es urgente
Marisa von Bülow es doctora en ciencia política por la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos y directora del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia. Es autora o coautora de ocho libros y ganadora del premio Luciano Tomassini Latin American International Relations Book Award, otorgado por la Latin American Studies Association en 2012, por el libro Building Transnational Networks: civil society and the politics of trade in the Americas, Cambridge University Press, 2010. Coordina el Grupo de Investigación Resocie – Relaciones entre Sociedad y Estado. Es miembro de la Civic Research Network del Carnegie Endowment for International Peace y fue profesora visitante en el German Institute of Global and Area Studies (2019 - 2021). Sus actividades de investigación actual se centran en los cambios en las interacciones entre la sociedad civil y el Estado y en los impactos del uso de nuevas tecnologías digitales en la calidad de la democracia.
Marisa hace un análisis de los futuros de la democracia, a partir de un dialogo plural e inclusivo logrado en la conferencia internacional: Los Futuros de la Democracia.
¿Es posible construir una visión democrática incluyente para el siglo XXI?
Entre los días 8 y 9 de diciembre, organizamos en la Universidad de Brasilia, en colaboración con IDEA Internacional, la conferencia Los Futuros de la Democracia. Reunimos invitadas e invitados de varios países y sectores - de la sociedad civil, gobierno, academia - para discutir horizontes e imaginarios democráticos a partir de la realidad latinoamericana. Nos movilizamos justamente a partir de la repuesta a esta pregunta:
Si, es posible y además urgente construir una visión democrática incluyente.
Por otro lado, nuestros invitados e invitadas admitieron que construir esa visión democrática incluyente es un desafío muy complejo y que no hay salidas fáciles ni tampoco fórmulas únicas. De ahí el título de la conferencia - futuros en el plural. El diagnóstico común es que las democracias en general han frustrado muchas expectativas de la ciudadanía. En América Latina, en especial, el tema de la exclusión sigue siendo central, y está asociado al tema de la inseguridad. Una de las principales promesas de las transiciones para la democracia en la región - el derecho a la vida - no se ha cumplido, en especial cuando miramos los datos a partir de las desigualdades de raza, género y etnia.
¿Pueden nuevas formas de participación ciudadana reconstruir la confianza en las instituciones?
Nuevas formas de participación ciudadana son parte fundamental de la reconstrucción de la confianza en las instituciones. En ese sentido, América Latina tiene muchas lecciones y buenos ejemplos a ofrecer para el resto del mundo. Experiencias de ampliación de la participación en tomadas de decisiones públicas, como las generadas a partir del presupuesto participativo, asambleas ciudadanas y nuevas plataformas digitales de participación cumplen un rol fundamental en la democratización de los Estados.
Pero, por sí solas, dichas experiencias no harán milagro. Eso quedó muy claro en nuestra conferencia, porque los y las participantes enfatizaron que la participación ciudadana tiene que venir de la mano de un Estado más eficiente, que haga entregas de políticas públicas que permitan contrarrestar la insatisfacción con las instituciones. Más específicamente, es necesario afinar las estrategias de comunicación de los impactos de la propria participación, con un lenguaje atractivo que acerque las instituciones políticas de la juventud.
¿Cómo equilibrar tecnología y democracia?
Las nuevas tecnologías digitales pueden servir tanto para profundizar y ampliar conquistas democráticas, como para atacarlas. Desde esa perspectiva, gobiernos, empresas y actores de la sociedad civil pueden hacer un buen o un mal uso de las tecnologías.
Lo más importante, por lo tanto, no son las tecnologías en sí mismas, sino cómo son implementadas, cómo son reguladas, y cómo se relacionan con otras estructuras de tomada de decisiones públicas. Frente a la emergencia y difusión de las aplicaciones basadas en inteligencia artificial, ese debate se volvió aún más urgente y complejo.
El desafío es doble: por un lado, crear estructuras digitales públicas soberanas que permitan contrarrestar la creciente dependencia de los Estados latinoamericanos frente a actores privados externos; al mismo tiempo, exigir mayor transparencia y rendición de cuentas de dichos actores privados, a partir de un proceso permanente y transparente de análisis de riegos y de impactos de los usos de tecnologías digitales.
¿Qué rol deben jugar los Estados para fortalecer la democracia frente a retos globales?
En toda América Latina, los Estados enfrentan el desafío de crear capacidades estatales para enfrentar al crimen organizado y la desigualdad social. En partes importantes del territorio, los actores estatales simplemente no tienen presencia y por lo tanto no pueden garantizar el Estado de derecho y los derechos ciudadanos más básicos.
Como mencionaba antes, también se necesita crear nuevas capacidades para enfrentar el desafío de construcción de políticas digitales soberanas, que sirvan para profundizar - y no atacar - la democracia.
Para crear nuevas capacidades estatales, las formas de interacción entre Estado y sociedad civil son estratégicas. Por ejemplo, durante la conferencia se debatió la propuesta de "tarifa cero", la cual propone garantizar el transporte público gratuito en las ciudades, y que ya se ha implementado a nivel local en decenas de municipios brasileños. Dicha propuesta tiene largas raíces en los movimientos sociales urbanos, y ahora se debate su implementación a nivel nacional en Brasil.
Además, se habló de las conquistas históricas que ampliaron los derechos indígenas y de las mujeres, las cuales también son fruto de movilizaciones desde la sociedad civil y de la creciente capacidad de incidencia de esos sectores en el parlamento, en el Poder Judicial y en el Poder Ejecutivo.
Los partidos políticos siguen siendo estructuras fundamentales en esa mediación entre Estado y sociedad civil. Sin embargo, necesitan renovarse, en el sentido de promover una representación más plural y mejor conectada con una ciudadanía que cada vez más se moviliza y se comunica a través de plataformas digitales que prescinde de intermediarios.
En otras palabras: no es posible pensar en cómo superar la crisis de la democracia sin comprender las posibilidades positivas de sinergia entre Estado y sociedad civil, a partir de propuestas concretas que amplían derechos y mejoran la calidad de vida de las y los ciudadanos.