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El súper ciclo electoral latinoamericano

December 16, 2017 • De parte de Daniel Zovatto

América Latina está a punto de iniciar una de sus maratones electorales más importantes de las últimas décadas.

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Entre noviembre de 2017 y diciembre de 2018, la región celebrará ocho elecciones presidenciales: dos en noviembre de 2017 (Chile el 19 y Honduras el 26), y seis en 2018 (Costa Rica, el 4 de febrero; Paraguay, el 22 de abril; Colombia, el 27 de mayo; México, el 1 de julio; Brasil el 7 de octubre y, eventualmente, Venezuela, a fin de año).

Si a estos ocho procesos les sumamos los seis presidenciales que se desarrollarán en 2019 (Bolivia, Argentina, Uruguay, El Salvador, Panamá y Guatemala), serán 14 los países latinoamericanos (del total de 18) que en un plazo de tan sólo dos años llevarán a cabo sus comicios presidenciales. Esto no cuenta la cantidad de importantes elecciones legislativas y gubernativas que también sirven como motores del estado de ánimo político de la región en esta nueva era de populismo y iliberalismo.

Estas elecciones tendrán lugar en un contexto económico de bajo crecimiento, según estimaciones del FMI: 1,7% para 2017 y 1,9 % para 2018. Proyecciones que presentan una doble lectura. La buena noticia es que todo pareciera indicar que la región dejará atrás dos años seguidos de crecimiento negativo (y seis de desaceleración continua). La mala noticia es que estas bajas tasas de crecimiento ponen en riesgo las importantes conquistas sociales logradas durante la pasada década en materia de empleo, disminución de los niveles de desigualdad y reducción de la pobreza.

Este súper ciclo electoral ocurre, además, en un momento en que, según el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop), el apoyo a la democracia registra en nuestro continente una abrupta caída (9 puntos desde 2014 al 2017, pasando de 67% a 56%). Disminución que viene acompañada de una mayor insatisfacción con la democracia, un fuerte descenso en la adhesión a los gobiernos, un bajo nivel de confianza en las elecciones y en las principales instituciones de la democracia representativa, en particular en relación con los partidos políticos.

 TENDENCIAS

Desde una perspectiva regional comparada, los ocho procesos electorales que se desarrollarán durante los próximos 14 meses presentan una serie de tendencias, entre las que destacan las siguientes:

  1. Como consecuencia del bajo nivel de popularidad de muchos de los actuales gobernantes, es probable que veamos una tendencia mayoritaria en favor de la alternancia. La reelección inmediata sólo se presenta en el caso de Honduras (donde el actual mandatario, Juan Orlando Hernández, buscará un segundo período) y quizá también en Venezuela (siempre y cuando la elección se lleve a cabo y Maduro decida presentarse a la reelección). Sí veremos casos de exmandatarios, como Sebastián Piñera en Chile y Lula Da Silva en Brasil (sujeto a lo que determine la Justicia) que buscarán volver vía la reelección alterna.
  2. Las caras conocidas se combinarán con figuras nuevas, en algunos casos bajo la modalidad de candidaturas independientes, como podrían ser la de Jair Bolsonaro en Brasil (un exmilitar con un fuerte discurso populista). En Colombia, hay más de 30 partidos y candidatos independientes, y en México, a la fecha, existen 40 candidatos independientes prerregistrados ante la autoridad electoral.
  3. Si bien tanto en América del Sur como en América Central parecen imponerse en las preferencias los candidatos pro mercado, hay un gran signo de interrogación acerca de qué sucederá en las dos principales economías de la región: Brasil y México. En este último país, se encuentra primero en las encuestas el candidato de centro izquierda Andrés Manuel López Obrador (Morena), lo que genera incertidumbres.
  4. El bloque de países miembros del ALBA en el mejor de los casos se mantendrán en el actual nivel, pero no se vislumbra un crecimiento. La elección venezolana de 2018 y la elección boliviana de 2019 (en la que el presidente Evo Morales está intentando lograr autorización para un cuarto período sucesivo) serán clave para medir la fortaleza del socialismo del siglo 21. Cabe tomar nota de la distancia que el presidente actual de Ecuador, Lenin Moreno, viene adoptando respecto de su antecesor, Rafael Correa, lo cual podría provocar un realineamiento del Ecuador por fuera del ALBA y quizá más próximo a la Alianza del Pacífico.
  5. La mitad de estos ocho países tiene regulada la segunda vuelta: Chile, Costa Rica, Colombia y Brasil. En la mayoría de estos cuatro casos, es probable que haya necesidad de ir a un balotaje para definir al presidente, con la posibilidad inclusive de una reversión de resultado en la segunda vuelta.
  6. En la gran mayoría de los ocho procesos, el alto nivel de fragmentación de los partidos políticos y la irrupción de un mayor número de candidaturas independientes seguramente determinará que el presidente electo no cuente con mayoría propia en el Congreso, lo que anticipa una gobernabilidad compleja.
  7. Los graves escándalos de corrupción que recorren la región (potenciados por Lava Jato y Odebrecht), vinculados con la cuestión del financiamiento político, junto con los altos niveles de inseguridad ciudadana, serán dos temas muy presentes en la casi totalidad de las campañas electorales.
  8. En algunos procesos existe preocupación acerca del nivel de participación electoral, sobre todo en Chile (como consecuencia del cambio del sistema de votación) y en Colombia (históricamente el país con el nivel más alto de abstención de la región).
  9. Como efecto del final abrupto de la presidencia de Dilma Rousseff (destituida por crímenes de responsabilidad) y de la conclusión del período de gobierno de Michelle Bachelet en Chile, existe la posibilidad de que, por primera vez en muchos años, no haya ninguna presidenta mujer en América Latina a partir de abril de 2018.

EN RESUMEN

El resultado de esta maratón electoral será determinante para definir las características, dirección e intensidad del cambio político que vivirá la región en los próximos años; proceso de cambio que tendrá un fuerte impacto no sólo en el interior de los países sino también en relación con el proceso de integración regional. Pero, al mismo tiempo, este conjunto de elecciones seran clave para evaluar la calidad de la democracia y la integridad de estos procesos en América Latina.

Estas elecciones presidenciales cobran aún mayor relevancia dado que coincidirán con las legislativas de medio período de los Estados Unidos  y con el anunciado relevo de Raúl Castro de la presidencia del Consejo de Estado en Cuba.

No está claro aún la fuerza que el populismo (muy presente hoy en varias partes del mundo) tendrá en estas elecciones latinoamericanas.  Respecto de este tema, existe un dato en extremo preocupante que arroja la ya citada encuesta de Lappop de 2017: el 40% de los ciudadanos de las Américas apoyaría un golpe de Estado para combatir los altos niveles de crimen y de corrupción.

Lo que si pareciera estar claro es que las clases medias (más pragmáticas que ideologizadas y ubicadas mayoritariamente en el centro político) jugarán un papel clave en todas estas elecciones.

La falta de correspondencia entre una clase media -que mejoró su nivel de consumo, más empoderada, más conectada gracias a las redes sociales y más exigente respecto de sus demandas y expectativas- y los bajos niveles de crecimiento económico que aquejan a la región incidirá en la gran mayoría de las campañas electorales.

La tensión entre esta nueva agenda de clase media (cargada de ilusiones, demandas y expectativas) y el sentimiento de frustración y temor a perder lo alcanzado o a no poder seguir consumiendo y progresando al mismo ritmo de los últimos años, aunado a la insatisfacción por la baja calidad de los servicios públicos, las altas tasas de inseguridad ciudadana y los graves escándalos de corrupción están produciendo un estado de malestar generalizado y una falta de confianza hacia las élites (políticas, empresariales y sindicales) que sin dudas tendrán un fuerte impacto en los resultados de la mayoría de los procesos que forman parte del súper ciclo electoral.

Como bien escribe Moisés Naím acerca de la clase media (a la que califica como el “huracán político” que está cambiando el mundo), si bien las consecuencias políticas de su comportamiento electoral son imprevisibles, lo que sí está claro es que el rechazo al “más de lo mismo” hace inevitable la irrupción de procesos de reacomodamiento políticos hasta hace poco inimaginables.

Brexit, Trump y Macron son tres ejemplos de este fenómeno a nivel global. Todo pareciera indicar que en el marco de la maratón electoral que vivirá la región habrá reacomodamientos políticos de similar intensidad.

 

Nota: Este comentario fue presentado originalmente en el blog Brookings Institution. El 29 de septiembre de 2017, International IDEA y Brookings Institution copatrocinaron un taller de un día en el que participaron expertos de alto nivel de embajadas de América Latina, el gobierno de EE.UU., académicos y la sociedad civil para analizar las tendencias actuales de la democracia latinoamericana. Los moderadores de cada sesión han escrito artículos que destacan los principales puntos de consenso, así como los desafíos actuales, relacionados con el tema de la sesión. Este blog del Daniel Zovatto es el resultatdo de las discusiones sostenidas durante el panel sobre el Ciclo Electoral Latinoamericano que moderó.

 

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Acerca de los autores

Ex miembro del personal - Daniel Zovatto
Director for Latin America and the Caribbean
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