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Los derechos de las mujeres importan

November 18, 2022 • De parte de Alicia Del Aguila

En las últimas elecciones en Estados Unidos y Brasil, los derechos de las mujeres han sido cruciales, definiendo el voto de un importante sector de la ciudadanía.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

El 8 de noviembre tuvieron lugar las elecciones de medio término en Estados Unidos y en octubre se dieron la primera y segunda vuelta presidenciales en Brasil (días 2 y 30, respectivamente). En ambos países, los derechos de las mujeres, en particular sus derechos reproductivos, han estado en el centro de la discusión política, generando posiciones abiertamente enfrentadas.

En Estado Unidos, el pasado 24 de junio la Corte Suprema decidió anular el derecho constitucional al aborto, generando un impacto directo en la vida de millones de mujeres. Ello llevó a una ola de protestas a lo largo del país. El desconocer un derecho que se había dado por sentado por casi 50 años y distintas generaciones, se empezaría a sentir en la campaña electoral.  

En efecto, según la encuesta del National Election Pool, el derecho al aborto fue el segundo tema más importante para los votantes (27 por ciento), muy de cerca del primero, la inflación (31 por ciento), y distante del tercero, crimen y política sobre armas (11 por ciento). Entre los jóvenes (18 a 29 años), el aborto era señalado como el tema principal por un 43 por ciento.

Los resultados contradijeron los pronósticos mayoritarios de una derrota aplastante de los demócratas (el “tsunami rojo” que predijo el ex presidente Trump). Ello no sólo no se dio, sino que los demócratas están por consolidar uno de los mejores resultados de medio término de los últimos 20 años. Algo insospechado, dado el complicado contexto económico y las distintas críticas a la administración actual. Para el New York Times, “el aborto puso a los demócratas en la competencia”.

Con las elecciones de medio término se decidió la renovación de un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes. Además, ese mismo día se realizaron referéndums en unos 36 Estados y eligieron gobernadores también en 36, así como en 3 territorios.

Demócratas como la gobernadora Gretchen Whitmer -reelegida- ganaron haciendo de la defensa del derecho al aborto un compromiso de su campaña. 

Asimismo, en cinco Estados se realizaron referendos en torno al aborto. En California, Michigan y Vermont se aprobó incluirlo como derecho en la legislación estatal, y en Kentucky se rechazó una propuesta de enmienda que retiraría el aborto como un derecho protegido por su Constitución estatal. En Montana, a su vez, se rechazó una ampliación al alcance de la “ley del nacido vivo”.  

En el caso de Brasil, las elecciones presidenciales han tenido niveles de polarización tóxica inéditos. Los derechos de las mujeres y las políticas de igualdad y lucha contra la violencia de género, fue un eje de enfrentamiento entre los electores. Entre los evangélicos, la posición de Bolsonaro contra lo que denominan “ideología de género” y su mensaje por un “Estado cristiano”, ha sido un factor de apoyo al presidente ultraconservador (además de la fuerte crítica a la corrupción durante el gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores).

El electorado a favor del expresidente Lula, particularmente las mujeres con menos recursos, recuerda las distintas políticas de redistribución de ingreso, lucha contra la pobreza, salud pública y, específicamente, a favor de las mujeres y contra la violencia de género.  

En la campaña del 2018, el movimiento feminista había lanzado la campaña Ele Não (Él no), en contra del candidato Bolsonaro. En la elección del 2022, sus críticos denunciaron una sensible reducción de programas sociales, incluidos algunos directamente destinados a las mujeres. Tal es el caso de la “Casa de Mujer Brasilera”, centros de acogida para mujeres violentadas, que pasó de una inversión de más de 4 millones de euros a 200,000.

Las mujeres constituyen el 53 por ciento del electorado y, según las encuestas, hubo una importante diferencia en sus opciones de segunda vuelta. A pesar de haberse dado un resultado muy ajustado (50.9 por ciento Lula vs 49.1 por ciento Bolsonaro), entre las mujeres la diferencia se habría sido de casi 10 por ciento. En efecto, a pocos días de la elección, el 51 por ciento de mujeres afirmaba dar su voto a Lula, frente a un 41 por ciento por Bolsonaro (IPEC, 29/10). Entre los hombres, este margen era mucho más estrecho (48 por ciento por Lula, frente a 46 por ciento por Bolsonaro).

Estos dos casos nacionales nos llevan a un par de conclusiones.

Uno, los derechos adquiridos en esos países -por leyes en un caso, y políticas sociales en otro- expandieron la defensa de esos derechos del margen del activismo (feminista) a multitudes ciudadanas, expresadas en las urnas.

Dos, la polarización que ha marcado esos países, así como otros de las Américas, tiene en los derechos de las mujeres y la igualdad de género un eje medular. Dicha polarización debería contextualizarse, identificando como un componente la reacción a frente a los avances en materia de derechos y redistribución social, a inicios del siglo XXI. Así, el concepto “ideología de género” se debiera entender como una reacción a los consensos de las Conferencias de Beijing y Cairo, del mismo como como el movimiento ultraconservador #ConMisHijosNoTeMetas frente a la ola de #NiUnaMenos en América Latina, contra la violencia de género.

En suma, estas elecciones nos muestran que los derechos de las mujeres importan.

PD. En un contexto distinto, en Irán, los derechos de las mujeres vienen constituyendo los catalizadores de demandas de democracia.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam.

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Acerca de los autores

Alicia Del Aguila
Programme Officer, Latin America and the Caribbean
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