En Perú el domingo 11 de abril los ciudadanos fueron a las urnas para elegir presidente de la República y un Congreso de 130 miembros. Aunque aún no hay resultados oficiales ya se puede afirmar que habrá una segunda vuelta el 6 de junio, ya que ninguno de los candidatos obtuvo el 50% de votos exigido por la Constitución para ser elegido presidente. Según los resultados preliminares Pedro Castillo disputará este balotaje con Keiko Fujimori.
Lo primero que llama la atención de estos resultados es el bajo porcentaje obtenido por todos los candidatos. Ninguno supera el 15 por ciento del total de votos. Nunca en el país se ha dado una segunda vuelta con candidatos que hayan tenido tan bajos porcentajes en la primera elección. Eso muestra el poco entusiasmo generado por la oferta de candidatos, que es a su vez es evidencia del colapso del sistema de partidos peruano.
Por otro lado, esta jornada electoral deja ya elegido un Congreso fragmentado y conformado por grupos parlamentarios de débil cohesión. Gane quien gane la segunda vuelta el nuevo presidente carecerá de mayoría parlamentaria y tendrá que lograr acuerdos con grupos variopintos de legisladores. Esta situación, sumada al bajo porcentaje inicialmente obtenido por quien logre ser elegido presidente de la República, lleva a temer por la subsistencia de conflictos entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, lo que sin duda traerá problemas de gobernabilidad en el próximo quinquenio
Perú acudió a las urnas en el pico de una segunda ola de la COVID-19, cuando los sistemas de salud están al borde del colapso y se alcanzan records diarios de muertos por la pandemia. Eso hizo temer un incremento importante del ausentismo, además de dificultades para instalar las mesas de votación por la inasistencia de los miembros sorteados. La ONPE ha anunciado al respecto dos buenas noticias: la participación electoral fue de 78 por ciento y se instalaron casi el 100 por ciento de las mesas previstas. Para la jornada de segunda vuelta la ONPE tendrá que afinar sus protocolos y corregir los errores detectados el 11 de abril.
En las ocho semanas que median entre el 11 de abril y el 6 de junio se espera que los electores se involucren en una deliberación amplia sobre los retos que deberá enfrentar el Perú en los próximos años para gestionar la pandemia y salir de la profunda crisis económica a la que esta lo ha llevado. Si se toma ese camino en lugar de una guerra de acusaciones y agresiones, se podrá sentar más fácilmente las bases para los indispensables acuerdos a los que deberían llegar los distintos sectores políticos en el momento más crítico que ha vivido el país en décadas.
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