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Elecciones presidenciales latinoamericanas 2023

En la política latinoamericana, la elección presidencial permanece como el momento cumbre para la ciudadanía, los partidos, los medios, así como en el interés internacional. 

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

En 2023 están programadas presidenciales en Paraguay, Guatemala y Argentina. Ellas se desarrollarán en el “ciclo de la pandemia”, abierto en 2020 por la convergencia de crisis, sociopolítica, económica, sanitaria, derivadas de la pandemia y que han acentuado el malestar con las instituciones y autoridades. 

En el ámbito electoral, esta fase se caracteriza por una participación disminuida; las dificultades del oficialismo y el buen viento para la oposición, tradicional o encarnada por un outsider; el auge de una retórica de valores morales tradicionales; la expansión de las redes sociales, con sus ventajas y problemas, como cancha de la política y las campañas. Lo probable es la continuidad de esas tendencias, aunque, en cada país, se conjuguen con acento propio. 

El escenario más definido se halla en Paraguay, tierra de uno de los últimos bipartidismos históricos que subsisten en América Latina. Rivalizarán Santiago Peña, del Partido Colorado, ganador de seis de las siete elecciones desde el retorno a la democracia, y Efraín Alegre, líder de una coalición articulada alrededor del Partido Liberal. En juego: la permanencia colorada en el poder o la segunda alternancia en más de tres décadas.  

En una ola poco propicia para los gobiernos, el Partido Colorado tiene bazas por jugar, incluyendo una estructura con alta capacidad de movilización y fuertes recursos. Peña confía en que su pertenencia al ala opositora del partido le permita retener a los insatisfechos con la promesa de la alternancia dentro del mismo espectro. Al frente, Alegre procurará canalizar la ambición de cambio que deja la insatisfacción con el funcionamiento de la democracia y el Estado, agravada por las sanciones norteamericanas contra jerarcas colorados por corrupción. 

En Guatemala, hay bastante menos certezas. En uno de los sistemas políticos más volátiles y fragmentados del mundo, ningún partido ha conseguido reelegirse, ni regresar al poder: todos y cada uno de los partidos gobernantes han sido distintos. El deterioro democrático, con cierres para la libertad de expresión y débil independencia judicial, son el telón de fondo. Las chances del oficialismo parecen exiguas. Por ahora, despuntan en las encuestas dos mujeres con trayectoria política, la exprimera dama Sandra Torres, más progresista, y Zuri Ríos, hija de un presidente militar. Ellas y los otros aspirantes todavía deben completar la validación de la candidatura, una etapa que ha probado no ser un mero formalismo, como ilustró la inhabilitación de Thelma Cabrera, una voz crítica contra el statu quo.    

De las tres elecciones, la de Argentina posee el padrón más grande y corresponde a una de las principales economías regionales, aunque arrastra una inflación y devaluación altas y endémicas, que lastran las perspectivas del crecimiento y generan frustración. 

Hay numerosas incógnitas en la ecuación electoral. Si Paraguay y Guatemala prohíben la reelección, Argentina la autoriza, pero las opciones de Alberto Fernández, si decide presentarse, parecen modestas. Esto no significa que el oficialismo esté descartado de la lucha pues la abigarrada galaxia del peronismo posee la habilidad de promover una candidatura que reivindique el balance gubernamental –si se concretan evoluciones positivas– como otra que enfatice las críticas –en la situación opuesta–. La oposición tendrá que conciliar sus propias disputas, tanto en el ala liberal, como en la que surge en las fronteras del sistema político, con un mensaje frontal. Todos estos actores deben pasar por el tamiz de unas primarias con gusto de presidencial anticipada por su carácter abierto, simultáneo y obligatorio.        

La política latinoamericana continuará rediseñándose a partir de los resultados de estas presidenciales, pero seguirá bajo el signo de la incertidumbre y las tensiones.

 

Publicado por primera vez en Perfil.com.

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Acerca de los autores

Salvador Ignacio Romero Ballivián
Head of Programme, Paraguay
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