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¿Quo Vadis Chile?

May 12, 2023 • De parte de Ricardo Mena

Los resultados de la elección de miembros a integrar el Consejo Constitucional en Chile, organismo que será contraparte de la Comisión de Expertos, ha abierto muchas interrogantes, y al contrario de lo que se esperaba, el proceso queda con más incertidumbre que claridad luego de la votación del 7 de mayo de 2023.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

El Partido Republicano, partido de ultraderecha, fue la gran irrupción y queda consolidado como la primera fuerza de oposición a la administración liderada por el Presidente Gabriel Boric. Por el contrario, los sectores oficialistas de izquierda y centro izquierda han sufrido una derrota histórica, que no se veía en el sector desde hace varias décadas.

También llama la atención en este proceso, la cantidad de votos nulos, más de 2 millones, casi un 17% del total que acudió a las urnas, el número más alto desde las elecciones parlamentarias de 1997. Queda aún por despejar si aquí hay un voto de protesta, de desencanto, desinformación o todas las anteriores, o ninguna, sino que otro motivo. Lo que, si está claro, es que el golpe que genera en todo el espectro político la contundencia de los números favorables al sector ultraconservador, los obliga a todos a rebarajar naipes y pensar un poco más detalladamente la estrategia a seguir, poniendo al centro esta vez, no solo triunfos electorales, sino que principios democráticos.

La Derecha y sus dudas

Para la derecha tradicional, el resultado también representa un golpe brutal. Es un cuestionamiento a su estrategia dialogante, a sus anhelos de desmarcarse del pinochetismo, y generar una marca moderna y democrática. Los resultados parecieran indicar que la estrategia de diferenciación radical, el ataque constante al gobierno y la oferta de certezas da rentabilidad en el corto plazo. Y aquí, la derecha se enfrenta al dilema de seguir fiel a su rediseño modernizador y en sintonía con principios democráticos, o generar una alianza con un sector que ha revisitado los principios pinochetistas, defendiendo incluso el legado constitucional del dictador.

Por otro lado, hay quienes sostienen que el Partido Republicano es el otro diferenciador del Frente Amplio en la vereda opuesta, y así como el Frente Amplio sustentó su crecimiento en la crítica exagerada y moralista del trabajo que durante 30 años hizo la Concertación de Partidos por la Democracia; los Republicanos han crecido criticando todo el desempeño de los partidos de derecha y centroderecha, incluso cuando estuvieron en el gobierno, por dos períodos bajo la administración de Sebastián Piñera. Las dudas acá, a la luz de la experiencia del FA, es si los sectores de derecha tradicional, y aquellos liberales moderados, están dispuestos a ceder espacios y pasarse a los cuarteles de invierno, asumiendo que el nuevo ciclo no los tiene considerados como actores principales, y deberán conformarse con modestos papeles de reparto.

Mirando la experiencia de otros países, vemos que en EE.UU el sector ultra de Donald Trump, se hizo del Partido Republicano en un tiempo suficiente como para llegar al poder, y tomárselo a tal punto que hoy es una plataforma de ideas ultraconservadoras, algunas populistas, y fuente de espacios para actores de dudosas credenciales democráticas, como George Santos. En Italia, Giorgia Meloni logró llegar al poder a punta de alianzas estratégicas con sectores moderados, sin embargo, una vez que toma el control, empieza a desplegar su agenda que no necesariamente sintoniza con los conservadores mas tradicionales italianos. ¿Estará la derecha chilena mirando esas experiencias? (y otras como la francesa, o lo que pasa en argentina con Milei y Macrismo) Sólo el tiempo y las acciones que el sector tome, podrán despejarnos esas dudas.

La Izquierda en su laberinto

El bloque en el gobierno, que tiene dos almas, la del frente amplio y la del socialismo democrático, fue en listas separadas. El resultado fue el mayor desastre electoral en décadas para este sector. Logrando solo 17 consejeros, que ni siquiera les da el piso para tener algún poder de veto en el consejo constitucional. Sin embargo, las causas de la debacle no se explican solo por una mala decisión de estrategia electoral. La demora del gobierno en asumir que su programa había quedado fuera de juego ante el choque con la realidad de una crisis económica muy fuerte, de una crisis de seguridad, de migración, sumado a derrotas importantes como el rechazo a su reforma tributaria, afectó severamente la capacidad de delivery hacia la ciudadanía. Ahora, dos derrotas constituyentes en 8 meses, podría entenderse como un golpe fuertísimo, con el mensaje claro: el ideario de entrada no cuajó.

La gente esperaba mucho de un gobierno que prometía el dinamismo de la juventud, la alegría y la ilusión de reformas que iban a mejorarles la vida, sin embargo, sólo ha recibido incertidumbre y dudas. Solo hace un par de semanas, se han empezado a mostrar algunos resultados de la agenda de seguridad, pero ya es tarde para construir un relato y sentido de pertenencia. El gobierno quedó en un túnel, buscando una luz que le permita avanzar rápido hacia la salida, porque aún le quedan 2 años y un poco más que administrar.

Las coaliciones en el gobierno, no ha podido disimular sus diferencias, y han tenido que forzosamente ir cediendo temas para poder convivir. Queda la duda sobre cómo (re)construir, pero lo que, si se debería tener claridad, es que se ha perdido sintonía fina con una ciudadanía que hace un año y pico los puso en La Moneda con el 55%.

El desafío común: reencantar

El alto número de votos nulos representa un desafío para ambos sectores. Ahora que se reinstaló el voto obligatorio, los partidos deben volver a estar atentos a los murmullos y silencios de la calle. El hecho que en esta elección se haya manifestado el mayor número de nulos desde las elecciones parlamentarias de 1997, denota que hay un grado de desafección. Esto puede ser por diversos motivos, como desinformación, desencanto, o simplemente desinterés; sin embargo cualquiera sea la razón, lo que pone en el tapete es el desafío de los partidos políticos de reencantar a una ciudadanía cansada, que lleva 3 años votando en distintas circunstancias, y no ha recibido nada aún.

La clase política chilena y sus liderazgos, se ven enfrentados al que probablemente es el mayor desafío que han tenido desde 1990, lograr llevar a buen puerto un proceso que le ofrezca la ciudadanía chilena un contrato social moderno, que sintonice con sus necesidades, y que sente las bases para que la democracia chilena tenga aire fresco de cara a los desafíos que impone el siglo 21. 

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Acerca de los autores

Ricardo Mena
Programme Officer
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