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Paraguay 2023: entre la continuidad y el cambio

Este domingo 30 de abril Paraguay va a celebrar sus octavas elecciones generales, que incluye elegir cargos ejecutivos y legislativos nacionales y subnacionales. Para las elecciones presidenciales, se presentan en total 13 fórmulas, aunque sólo 2 tienen chances reales de alcanzar el triunfo: Efraín Alegre por la Concertación y Santiago Peña por el Partido Colorado. El objetivo de este breve análisis es poner énfasis en el proceso electoral paraguayo, aunque con especial interés en las presidenciales.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

La política paraguaya está fuertemente dominada por los partidos tradicionales, aunque con especialmente por el Partido Colorado. La ANR (Asociación Nacional Republicana) -nombre del Partido Colorado- ha sabido gobernar tanto en dictadura como en tiempos democráticos. Su fortaleza organizativa y financiera, sumado a la fuerte identificación ciudadana con el partido, ha hecho que, al contrario de lo que ocurrió en la región, haya podido sortear exitosamente las elecciones municipales de 2021 en plena crisis pandémica. El desafío de la oposición en 2023 no es menor ya que enfrente se encuentra un partido político que casi no tiene parangón en América Latina.

Para estas elecciones del 2023, la figura jurídica que (gran parte) de la oposición decidió utilizar es la Concertación. Es un variopinto espacio de convergencia que agrupa a fuerzas amplias y disímiles como una parte importante del Frente Guasú, Patria Querida, Encuentro Nacional, Hagamos, la Federación Nacional Campesina, el Partido Democrático Progresista, el febrerismo, Yo Creo de Alto Paraná y, por supuesto, el histórico Partido Liberal, entre otros tantos movimientos y partidos. Esta unidad no sólo es importante por una mera suma aritmética de partidos y movimientos, sino también por la emergencia de nuevos liderazgos que pueden atraer la simpatía de distintos segmentos de la sociedad. Tal es el caso de Soledad Núñez, Sebastián Villarejo, Miguel Prieto o Johanna Ortega; que vienen a reforzar el liderazgo consolidado de Efraín Alegre, Kattya González, Esperanza Martínez, etc.

De las siete elecciones previas, el Partido Colorado triunfó en seis. Si observamos el derrotero tanto del coloradismo como de la oposición vemos que la dinámica fue cambiante. En algunos casos la ANR se presentó con un cohesionado “abrazo republicano” (evento simbólico del partido para mostrar unidad), y en otros casos con crisis internas. Lo mismo para la oposición, donde en algunas elecciones hubo una mayor unificación, mientras que, en otras, cierta fragmentación.

Si exploramos las últimas cuatro elecciones presidenciales podemos observar las distintas dinámicas de cada espacio político. En la siguiente tabla se encuentra un resumen de ello.

 

La ANR logró salvar con éxito sus procesos internos para las generales de 2003, 2013 y 2018. En todos los casos, los ganadores y perdedores se fundieron en un “abrazo republicano”, tradición fundamental en el coloradismo en aras de seguir manteniendo el poder. En cambio, en 2008, las heridas no fueron sanadas a tiempo producto de las sendas denuncias de fraude que presentó Luis Castiglioni, aspirante presidencial derrotado por Blanca Ovelar.

Por su parte, la oposición compitió frente a la ANR en distintas modalidades. En 2018 fue el escenario de mayor cohesión, donde casi todas las fuerzas apoyaron a la dupla presidencial de Efraín Alegre y Leo Rubín. En aquel entonces, quedaron fuera de la Alianza GANAR el partido Hagamos, Patria Querida y Cruzada Nacional de Payo Cubas, sin embargo, no presentaron candidaturas presidenciales sino únicamente parlamentarias.

Las elecciones de 2003 y 2013 fueron las de mayor dispersión opositora.

En 2003, Yoyito Franco del PLRA y Pedro Fadul de Patria Querida no lograron un acuerdo electoral para enfrentar unidos al candidato colorado Nicanor Duarte Frutos. A la ANR le bastó un magro 37% (el resultado más bajo del coloradismo en la era democrática), gracias a la división de la oposición. Mismo escenario en 2013, donde las tres principales fórmulas (Efraín Alegre, Mario Ferreiro y Aníbal Carrillo) tuvieron en conjunto más votos que Horacio Cartes, quien acabó triunfando producto del quiebre de la exitosa alianza del 2008 tras el juicio político a Lugo. El único triunfo opositor ocurrió en 2008, donde la oposición no compitió unificada (se presentaron por fuera Pedro Fadul y Lino Oviedo) pero a Lugo y Federico les alcanzó el 40.9% de votos, principalmente gracias a la crisis interna colorada, cuyos votos fueron captados exitosamente por Lino Oviedo.

Este breve resumen sugiere que la dinámica interna colorada es una variable crucial para entender los resultados presidenciales. Mirando las últimas cuatro elecciones, independientemente a cómo se presentó la oposición (con mayor o menos cohesión), fue la existencia o ausencia de crisis colorada la que explicó su triunfo o derrota. Pero, además, con un condimento extra: la necesidad de que exista una tercera opción -más cercana a la ANR y lejana al PLRA - capaz de atraer esos votos colorados “descontentos”. Para estas elecciones, esa tercera fuerza que traccione votos colorados podría ser Payo Cubas, un candidato disruptivo que interpela a sectores menos favorecidos.

Si nos centramos ya en el escenario actual del 2023 podemos observar la existencia de una doble crisis colorada, una interna y otra externa.

La crisis interna muestra que las disputas dialécticas entre el sector del actual presidente Mario Abdo y el sector del expresidente Horacio Cartes están latentes. Muy ilustrativa fue la frase de Abdo Benítez con la que se refirió a Santiago Peña: “es feo lo que tenemos, pero peor es no tener nada”. En otro momento, el presidente Abdo Benítez llegó a reprochar en público la propuesta de Peña de privatización de la salud. Pero lo más álgido -hasta ahora- se dio cuando el presidente Abdo expresó que “no tenemos que asustarnos de la alternancia”.

En paralelo a esta crisis interna se presentaron otro problema para la ANR: las sanciones financieras de Estados Unidos al presidente colorado Horacio Cartes. La situación dilató riesgosamente la posibilidad de acceder a préstamos para financiar la campaña electoral. La influyente senadora colorada Lilian Samaniego sugirió la renuncia de Cartes a la presidencia partidaria dado que “esta crisis… está poniendo en riesgo el gran desafío que tiene el partido el próximo 30 de abril”.

El Partido Colorado no presentó, hasta la fecha, su programa de gobierno ni su equipo de trabajo. En cambio, la Concertación sí lo hizo, cuyos ejes programáticos (especialmente los que hacen énfasis en lo económico y social) tienen muchas semejanzas con el gobierno de Fernando Lugo, haciendo especial mención en la mejora en la provisión de los bienes públicos como salud, educación e infraestructura.

Las encuestas paraguayas han quedado muy desprestigiadas luego de las últimas elecciones del 2018, donde se han equivocado enormemente a favor del candidato colorado. Eso priva de tener herramientas que puedan proyectar, al menos, escenarios. Por fortuna, la encuestadora internacional Atlas ha realizado tres mediciones entre marzo y abril, cuyos resultados dan un empate técnico entre Alegre y Peña, aunque con una ligera superioridad del candidato de la Concertación.

Falta un par de días para las elecciones y el desenlace electoral se vuelve inminente. Pronto sabremos si el electorado paraguayo opta, como tantas veces, por la continuidad del mismo partido, o por el cambio.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam.

 

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Acerca de los autores

Marcos Pérez Talia
Doctor en Ciencia Política e investigador en la Universitat de València
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