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La sorpresa bolsonarista y una elección con final abierto

October 07, 2022 • De parte de Janaína Figueiredo

El resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas reveló algo que ninguna encuesta o analista político del país vio venir: la fuerza, indiscutible, del bolsonarismo como fenómeno político y social. Brasil es hoy un país polarizado, entre la centro-izquierda e izquierda lideradas por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y la derecha, centro-derecha y extrema derecha lideradas por el presidente Jair Bolsonaro. Lula superó al jefe de Estado por alrededor de 6 millones de votos. En un país de más de 150 millones de electores eso es una ventaja, pero no la garantía de ganar la elección.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

La disputa por la presidencia de Brasil es una pelea con final abierto. En los últimos días, ambos candidatos consiguieron apoyos importantes, pero nadie se atreve a decir quién va a ganar la batalla final. Los números de la primera vuelta muestran un Brasil muy dividido: en el Nordeste, Lula obtuvo 69% de los votos, contra 26% de Bolsonaro; en el Norte y Centro-oeste, Bolsonaro tuvo 53%, contra 43% del expresidente; en el Sur, el presidente se impuso con 54%, contra 37% del candidato del PT, y el estratégico y clave Sudeste, Lula quedó en primer lugar, pero con 47% de los votos, superando en apenas dos puntos porcentuales a Bolsonaro.

El presidente ganó en San Pablo, principal colegio electoral del país, con 34 millones de electores. Su candidato a la gobernación del estado, el exministro de Infraestructura y Transportes, el militar retirado Tarcisio Gomes de Freitas, es favorito, con altas chances de derrotar al petista Fernando Haddad, que disputó la presidencia en 2018. Bolsonaro también superó a Lula en Río de Janeiro, tercer colegio electoral del país, con 12 millones de electores. En Minas Gerais, el segundo colegio electoral más importante del país, clave para ganar una elección presidencial, Lula obtuvo más votos, pero con una ventaja de sólo 5% en relación a Bolsonaro. En Minas, donde están registrados 16 millones de electores, fue reelecto el gobernador Romeu Zema, del Partido Nuevo, aliado del presidente.

En los últimos días, Lula consiguió el importante apoyo de la excandidata del MDB Simone Tebet, que obtuvo más del 4% de los votos, quedando en un lejano tercer lugar, pero siendo considerada una de las novedades de la política brasileña, con futuro prometedor. Simone manifestó que apoyará a Lula, entre otros elementos, por su compromiso con la democracia. Está claro que este apoyo, en un eventual escenario de victoria de Lula, implicará condiciones, tal vez algún ministerio y, sobre todo, la garantía de que un tercer gobierno del líder del PT respetará pautas importantes para el centro moderado brasileño (no el Centrão, el conglomerado de partidos de centro-derecha y derecha que tiene enorme peso en el Congreso y en el sistema político brasileño en general) entre ellas el equilibrio fiscal.

El candidato del PT también recibió el respaldo del expresidente Fernando Henrique Cardoso, que es más simbólico que representativo en términos de impacto electoral. El PSDB de Cardoso vive su mayor crisis y en el Congreso sus dirigentes lamentan haber entregado al bolsonarismo las banderas del antipetismo, que sostuvieron al debilitado partido durante mucho tiempo.

Lula obtuvo el apoyo del PDT de Ciro Gomes, que quedó en cuarto lugar en la primera vuelta, con poca más de 3%. Este acuerdo tampoco debe impactar demasiado en el resultado, recordando que en la primera vuelta se estima que muchos electores de Ciro terminaron votando por Bolsonaro, apelando al viejo y conocido voto útil.

En el juego de ajedrez en que se transformó la política brasileña, Lula y Bolsonaro piensan cada movimiento y han tenido victorias importantes en los últimos días. El presidente tiene a su favor un nuevo Congreso donde la derecha, esencialmente el bolsonarismo, es dominante, tanto en la Cámara de Diputados, como en el Senado. El PL, partido del jefe de Estado, pasó de 76 a 99 diputados. Tiene, además, como aliados los 59 diputados de Unión Brasil, los 47 del PP y 42 de Republicanos, entre otros. La izquierda pasó de 68 a 80 diputados y está lejos de ocupar los espacios hoy controlados por el bolsonarismo.

Algunas votaciones muestran lo que representa hoy el movimiento político y social liderado por el presidente: el senador más votado del país fue el astronauta y exministro de Ciencia y Tecnología Marcos Pontes, del PL, que obtuvo 10,7 millones de votos. El diputado federal más votado fue el joven influencer de redes sociales Nikolas Ferreira, de Minas Gerais, también del bolsonarista PL, que conquistó 1,4 millones de votos. 

Lula sigue siendo el favorito, sin duda alguna, pero con muchos desafíos por delante.

Su eventual triunfo implicará gobernar un Brasil muy diferente al que dejó en 2010, donde la derecha no solamente salió del placar, sino que se consolidó como una fuerza mayoritaria en el Congreso y en muchos estados. La ola bolsonarista arrasó en muchas ciudades, sobre todo en el interior de Brasil.

El candidato del PT es más fuerte entre los más pobres, pero necesita ampliar sus votos en la clase media y media alta. Para eso deberá decir a qué vino, mostrar propuestas y dejar de hablar apenas de su legado como expresidente. Bolsonaro seguirá distribuyendo recursos y buscando que esos recursos se traduzcan en más votos.

Se vienen semanas muy intensas en Brasil, donde ambos deberán moderarse si quieren tener chances de victoria. Bolsonaro es aconsejado de no atacar las instituciones ni tener arranques antidemocráticos. Lula, por su parte, necesita girar al centro, aunque eso genere malestar en la izquierda petista. Despegarse de Argentina, por ejemplo, es parte de esta estrategia.

Brasil cambió, está claro. Gane quien gane, estos cambios llegaron para quedarse.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam.  

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Acerca de los autores

Janaína Figueiredo
Reportera senior de O GLOBO
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